Capitulo I
JASON
JASON
Jason odiaba ser viejo.
Sus articulaciones dolían. Sus piernas
temblaban. Mientras trataba de subir la colina, sus pulmones traqueteaban como
si fueran una caja llena de rocas.
No podía ver su rostro, gracias a Dios, pero
sus dedos eran nudosos y huesudos. Abultadas venas azules llenaban sus manos.
Incluso tenía ese olor a hombre viejo – naftalina
y caldo de pollo. ¿Cómo era posible?, Había ido de dieciséis a setenta y cinco
años en cuestión de segundos, pero el olor a hombre viejo sucedió
instantáneamente, como boom. ¡Felicitaciones! ¡Tú apestas!
“Casi llegamos." Piper le sonrió
“Lo estás haciendo bien."
Fácil para ella decirlo. Piper y Annabeth
estaban disfrazadas como encantadoras doncellas griegas. Incluso en sus blancos
vestidos sin mangas y sus sandalias de cordones, no tenían ningún problema para
andar por el camino pedregoso.
El cabello caoba de Piper estaba peinado en
una rodete trenzada. Pulseras de plata adornaban sus brazos. Se parecía a una
antigua estatua de su madre, Afrodita, lo cual Jason encontró intimidante.
Salir con una chica hermosa le crispaba los
nervios lo suficiente. Salir con una chica cuya mamá era la diosa del
amor... bueno, Jason siempre tenía miedo de hacer algo poco romántico, y que la
madre de Piper bajara desde el Monte Olimpo y lo convirtiera en un cerdo
salvaje.
Jason miró hacia arriba. La cima estaba
todavía a un centenar de yardas por encima.
"La peor idea del mundo. " Se apoyó
en un árbol de cedro y se secó la frente. "La magia de Hazel es demasiado
buena. Si tengo que luchar, voy a ser inútil."
"No vamos a llegar a eso.” Prometió
Annabeth. Parecía incómoda en su traje de doncella. Ella seguía encogiendo los
hombros para evitar que el vestido se deslizara. Su pelo rubio usualmente
recogido se había deshecho en la parte posterior y colgaba como unas largas
patas de araña. Sabiendo su miedo a las arañas, Jason decidió evitar el
comentario.
"Nos infiltraremos en el palacio,"
dijo. "Obtendremos la información que necesitamos, y saldremos."
Piper bajo su ánfora, la alta jarra de vino
de cerámica en la que su daga estaba escondida. "Podemos descansar un
segundo. Recupera el aliento, Jason."
De su cinturón cintura colgaba la cornucopia
– el cuerno mágico de la abundancia. Escondido en algún lugar de los pliegues
de su vestido estaba su cuchillo, Katoptris. Piper no parecía peligrosa, pero
en caso de necesidad, ella podía apuñalar con su cuchilla de bronce celestial o
disparar a sus enemigos en la cara con mangos maduros.
Annabeth se colgó su propia ánfora sobre el
hombro. Ella también tenía una daga oculta; pero incluso sin un arma, ella sí
parecía mortal. Sus ojos tormentosos escaneaban los alrededores, buscando
cualquier amenaza.
Si alguien le pedía a Annabeth tomar un trago, Jason pensó
que lo más probable fuese que ella pateara al tipo en la bifurcum. (Nota del traductor: Bifurcum es la palabra
en latin para las partes de debajo de un hombre)
Trató de calmar su respiración.
Debajo de ellos, la bahía Afales brillaba, el
agua era tan azul que podría haber sido teñida con colorante de comida. A unos
cientos de metros de la costa, el Argo II reposaba anclado. Sus velas blancas
parecían no más grandes que estampillas de correos. Sus noventa remos lucían
como palillos de dientes. Jason imaginó a sus amigos en la cubierta siguiendo
su progreso, turnándose para mirar a través del telescopio de Leo, tratando de
no reírse mientras observaban al abuelo Jason cojear colina arriba.
"Estúpida Ítaca," murmuró.
Supuso que la isla era bastante bonita. Una
cordillera de colinas boscosas torcidas hacia abajo en el centro. Laderas de
color blanco tiza hundiéndose en el mar. Las ensenadas formando playas rocosas
y puertos, donde casas de rojos tejados e iglesias de estuco blanco se situaban
al abrigo de la línea de la costa.
Las colinas estaban salpicadas de amapolas,
azafrán, y cerezos silvestres. El aire olía a mirtos. Todo era muy bonito – excepto
la temperatura que era de unos cuarenta grados. El aire era tan vaporoso como
en una casa de baños romana.
Hubiera sido fácil para Jason controlar los
vientos y volar a la cima de la colina, pero no. Para mantener el sigilo, tenía
que escalar como un tipo viejo con problemas de rodillas y aliento a caldo de
pollo.
Pensó en su última escalada, hace dos
semanas, cuando Hazel y él se habían enfrentado al bandido Sciron en el
acantilado de Croacia. Al menos entonces Jason había tenido toda su fuerza. Lo
que ellos estaban a punto de enfrentar sería mucho peor que un bandido.
"¿Seguro que es la colina
correcta?" Preguntó. "Parece un poco –no sé– tranquila."
Piper estudió la cordillera. Trenzado en su
pelo había una pluma de arpía azul brillante – un recuerdo del ataque de la noche
anterior.
La pluma no quedaba exactamente con su disfraz, pero Piper había
derrotando a todo un rebaño de damas pollo por sí misma, mientras ella estaba
de guardia. Ella había minimizado su logro, pero Jason podría decir que ella se
sentía bien por ello. La pluma era un recordatorio de que ella no era la misma
chica que había sido el pasado invierno, cuando llegaron por primera vez al Campamento
Mestizo.
"Las ruinas están allá arriba,"
prometió. "Las vi en la hoja de Katoptris. Y tú oíste lo que dijo Hazel.
La mayor–"
"La mayor reunión de espíritus malignos
que jamás ha sentido," recitó Jason. "Sí, suena increíble.”
Después de luchar en templo subterráneo de
Hades, lo último que Jason quería, era tratar con más espíritus malignos. Pero
el destino de la misión estaba en juego. La tripulación del Argo II tenía una
gran decisión que tomar. Si elegían mal, ellos fallarían, y el mundo entero sería
destruido.
La daga de Piper, los sentidos mágicos de
Hazel, y los instintos de Annabeth, habían coincidido –la respuesta estaba aquí
en Ítaca, en el antiguo lugar de Ulises, donde una horda de espíritus malignos
se había reunido para esperar órdenes de Gea. El truco consistía en infiltrarse
entre ellos, aprender lo que estaba pasando, y decidir el mejor curso de
acción. A continuación salir, preferentemente con vida.
Annabeth se ajustó el cinturón de oro.
"Espero lo disfraces resistan. Los pretendientes eran delincuentes
desagradables cuando vivían. Si se enteran de que somos semidioses–”
“La magia de Hazel funcionará," dijo
Piper.
Jason trató de creer eso.
Los pretendientes: un centenar de los más
codiciosos asesinos malvados que jamás habían existido. Cuando Odiseo, rey
griego de Ítaca, desapareció después de la guerra de Troya, esta turba había
invadido su palacio y se habían negado a irse, cada uno con la esperanza de
casarse con la reina Penélope y apoderarse del reino.
Odiseo logró regresar en
secreto y asesinar a todos – la típica celebración de bienvenida. Pero si las
visiones de Piper estaban en lo correcto, los pretendientes estaban de regreso,
rondando el palacio donde habían muerto.
Jason no podía creer que estaba a punto de
visitar el palacio real de Odiseo –uno de los más famosos héroes griegos de
todos los tiempos. Claro, toda su misión había sido un evento alucinante tras
otro. Annabeth misma acababa de volver del abismo eterno del Tártaro. Teniendo
en cuenta eso, Jason decidió que tal vez no debería quejarse tanto de ser un
anciano.
"Bueno..." él se apoyó en su
bastón. "Si me veo tan viejo como me siento, mi disfraz debe ser perfecto.
Sigamos.”
Mientras subían, el sudor corría por su
cuello. Sus pantorrillas le dolían. A pesar del calor, se puso a temblar. Y por
más que lo intentó, no pudo dejar de pensar en sus sueños recientes.
Desde la Casa de Hades, sus sueños habían
sido cada vez más vívidos...
A veces, Jason se encontraba de pie en el
templo subterráneo de Epiro, con el gigante Clitio cerniéndose sobre él,
hablando en un coro de voces sin cuerpo: Les tomó a todos ustedes derrotarme.
¿Qué van a hacer cuando la madre Tierra abra sus ojos?
Otras veces Jason se encontraba en la cima de
la colina Mestiza. Gea, la madre Tierra se levantaba del suelo – una figura
hecha de remolinos de suciedad, hojas y piedras.
Pobre
niño. Su voz resonaba a través del paisaje,
sacudiendo los cimientos debajo de los pies de Jason. Tu padre es el primero entre los dioses, pero tú siempre eres el
segundo mejor –con tus compañeros
romanos, con tus amigos griegos, incluso con tu familia. ¿Cómo vas a probar que
lo vales?
Su peor sueño comenzaba en el patio de la
Casa del Lobo en Sonoma. Ante él estaba la diosa Juno, brillando con el
resplandor de plata fundida.
Tu
vida me pertenece a mí, su voz tronó. Un sacrificio que Zeus me dio. (Nota del traductor: La voz de Juno truena
como si fuera el sonido del arma de su esposo Zeus, el rayo maestro)
Jason sabía que no debía mirar, pero no podía
cerrar los ojos cuando Juno se convertía en una supernova, dejando al
descubierto su verdadera forma divina. El dolor abrasó la mente de Jason. Su
cuerpo se quemaba en capas como una cebolla.
Entonces la escena cambiaba. Jason se
encontraba todavía en la casa del lobo, pero ahora él era un niño pequeño – no
más de dos años de edad. Una mujer se arrodillaba delante de él, su aroma a
limón tan familiar. Sus facciones estaban distorsionadas y confusas, pero él
conocía su voz: brillante y frágil, como la capa más delgada de hielo sobre un
río veloz de agua helada.
Regresare
por ti, querido, ella dijo. Te veré pronto.
Cada vez que Jason se despertaba de esa
pesadilla, con la cara bañada en sudor. Sus ojos se llenaban de lágrimas.
Nico di Angelo les había advertido: La Casa
de Hades les traería sus peores recuerdos, haciéndoles ver y oír cosas del
pasado. Sus fantasmas se volverían intranquilos.
Jason tenía la esperanza de que esos
fantasmas particulares se mantuvieran alejados, pero cada noche los sueños
empeoraban. Ahora él estaba subiendo a las ruinas de un palacio donde estaba
reunido un ejército de fantasmas.
Eso no significa de Ella estará ahí, se dijo
Jason
.
Pero sus manos no paraban de temblar. Cada
paso parecía más difícil que el anterior.
“Casi llegamos," dijo Annabeth.
"Vamos a–“
¡BOOM! la ladera retumbó. En algún lugar
sobre la colina, una multitud rugió en aprobación, al igual que los
espectadores en un coliseo. El sonido hizo que a Jason se le pusiera la piel de
gallina. No hace mucho tiempo atrás, había luchado por su vida en el Coliseo romano
ante una audiencia de fantasmas emocionados. No estaba ansioso por repetir la
experiencia.
“¿Qué fue esa explosión? " se preguntó.
"No lo sé," dijo Piper. "Pero
sonó como si estuvieran divirtiéndose. Vayamos a hacer algunos amigos
muertos."
Capitulo Dos
Gracias x Mil!
ResponderBorrar