lunes, 7 de julio de 2014

Primer Capitulo de Blood of Olympus


Capitulo I 

JASON

Jason odiaba ser viejo.

Sus articulaciones dolían. Sus piernas temblaban. Mientras trataba de subir la colina, sus pulmones traqueteaban como si fueran una caja llena de rocas.
No podía ver su rostro, gracias a Dios, pero sus dedos eran nudosos y huesudos. Abultadas venas azules llenaban sus manos.

Incluso tenía ese olor a hombre viejo – naftalina y caldo de pollo. ¿Cómo era posible?, Había ido de dieciséis a setenta y cinco años en cuestión de segundos, pero el olor a hombre viejo sucedió instantáneamente, como boom. ¡Felicitaciones! ¡Tú apestas!

“Casi llegamos." Piper le sonrió  “Lo estás haciendo bien."

Fácil para ella decirlo. Piper y Annabeth estaban disfrazadas como encantadoras doncellas griegas. Incluso en sus blancos vestidos sin mangas y sus sandalias de cordones, no tenían ningún problema para andar por el camino pedregoso.

El cabello caoba de Piper estaba peinado en una rodete trenzada. Pulseras de plata adornaban sus brazos. Se parecía a una antigua estatua de su madre, Afrodita, lo cual Jason encontró intimidante.

Salir con una chica hermosa le crispaba los nervios lo suficiente. Salir con una chica cuya  mamá era la diosa del amor... bueno, Jason siempre tenía miedo de hacer algo poco romántico, y que la madre de Piper bajara desde el Monte Olimpo y lo convirtiera en un cerdo salvaje.

Jason miró hacia arriba. La cima estaba todavía a un centenar de yardas por encima.
"La peor idea del mundo. " Se apoyó en un árbol de cedro y se secó la frente. "La magia de Hazel es demasiado buena. Si tengo que luchar, voy a ser inútil."

"No vamos a llegar a eso.” Prometió Annabeth. Parecía incómoda en su traje de doncella. Ella seguía encogiendo los hombros para evitar que el vestido se deslizara. Su pelo rubio usualmente recogido se había deshecho en la parte posterior y colgaba como unas largas patas de araña. Sabiendo su miedo a las arañas, Jason decidió evitar el comentario.

"Nos infiltraremos en el palacio," dijo. "Obtendremos la información que necesitamos, y saldremos."

Piper bajo su ánfora, la alta jarra de vino de cerámica en la que su daga estaba escondida. "Podemos descansar un segundo. Recupera el aliento, Jason."

De su cinturón cintura colgaba la cornucopia – el cuerno mágico de la abundancia. Escondido en algún lugar de los pliegues de su vestido estaba su cuchillo, Katoptris. Piper no parecía peligrosa, pero en caso de necesidad, ella podía apuñalar con su cuchilla de bronce celestial o disparar a sus enemigos en la cara con mangos maduros.

Annabeth se colgó su propia ánfora sobre el hombro. Ella también tenía una daga oculta; pero incluso sin un arma, ella sí parecía mortal. Sus ojos tormentosos escaneaban los alrededores, buscando cualquier amenaza. 

Si alguien le pedía a Annabeth tomar un trago, Jason pensó que lo más probable fuese que ella pateara al tipo en la bifurcum. (Nota del traductor: Bifurcum es la palabra en latin para las partes de debajo de un hombre)

Trató de calmar su respiración.

Debajo de ellos, la bahía Afales brillaba, el agua era tan azul que podría haber sido teñida con colorante de comida. A unos cientos de metros de la costa, el Argo II reposaba anclado. Sus velas blancas parecían no más grandes que estampillas de correos. Sus noventa remos lucían como palillos de dientes. Jason imaginó a sus amigos en la cubierta siguiendo su progreso, turnándose para mirar a través del telescopio de Leo, tratando de no reírse mientras observaban al abuelo Jason cojear colina arriba.

"Estúpida Ítaca," murmuró.

Supuso que la isla era bastante bonita. Una cordillera de colinas boscosas torcidas hacia abajo en el centro. Laderas de color blanco tiza hundiéndose en el mar. Las ensenadas formando playas rocosas y puertos, donde casas de rojos tejados e iglesias de estuco blanco se situaban al abrigo de la línea de la costa.

Las colinas estaban salpicadas de amapolas, azafrán, y cerezos silvestres. El aire olía a mirtos. Todo era muy bonito – excepto la temperatura que era de unos cuarenta grados. El aire era tan vaporoso como en una casa de baños romana.

Hubiera sido fácil para Jason controlar los vientos y volar a la cima de la colina, pero no. Para mantener el sigilo, tenía que escalar como un tipo viejo con problemas de rodillas y aliento a caldo de pollo.

Pensó en su última escalada, hace dos semanas, cuando Hazel y él se habían enfrentado al bandido Sciron en el acantilado de Croacia. Al menos entonces Jason había tenido toda su fuerza. Lo que ellos estaban a punto de enfrentar sería mucho peor que un bandido.

"¿Seguro que es la colina correcta?" Preguntó. "Parece un poco –no sé– tranquila."
Piper estudió la cordillera. Trenzado en su pelo había una pluma de arpía azul brillante – un recuerdo del ataque de la noche anterior. 

La pluma no quedaba exactamente con su disfraz, pero Piper había derrotando a todo un rebaño de damas pollo por sí misma, mientras ella estaba de guardia. Ella había minimizado su logro, pero Jason podría decir que ella se sentía bien por ello. La pluma era un recordatorio de que ella no era la misma chica que había sido el pasado invierno, cuando llegaron por primera vez al Campamento Mestizo.

"Las ruinas están allá arriba," prometió. "Las vi en la hoja de Katoptris. Y tú oíste lo que dijo Hazel. La mayor–"

"La mayor reunión de espíritus malignos que jamás ha sentido," recitó Jason.  "Sí, suena increíble.”

Después de luchar en templo subterráneo de Hades, lo último que Jason quería, era tratar con más espíritus malignos. Pero el destino de la misión estaba en juego. La tripulación del Argo II tenía una gran decisión que tomar. Si elegían mal, ellos fallarían, y el mundo entero sería destruido.

La daga de Piper, los sentidos mágicos de Hazel, y los instintos de Annabeth, habían coincidido –la respuesta estaba aquí en Ítaca, en el antiguo lugar de Ulises, donde una horda de espíritus malignos se había reunido para esperar órdenes de Gea. El truco consistía en infiltrarse entre ellos, aprender lo que estaba pasando, y decidir el mejor curso de acción. A continuación salir, preferentemente con vida.

Annabeth se ajustó el cinturón de oro. "Espero lo disfraces resistan. Los pretendientes eran delincuentes desagradables cuando vivían. Si se enteran de que somos semidioses–”

“La magia de Hazel funcionará," dijo Piper.
Jason trató de creer eso.

Los pretendientes: un centenar de los más codiciosos asesinos malvados que jamás habían existido. Cuando Odiseo, rey griego de Ítaca, desapareció después de la guerra de Troya, esta turba había invadido su palacio y se habían negado a irse, cada uno con la esperanza de casarse con la reina Penélope y apoderarse del reino.

Odiseo logró regresar en secreto y asesinar a todos – la típica celebración de bienvenida. Pero si las visiones de Piper estaban en lo correcto, los pretendientes estaban de regreso, rondando el palacio donde habían muerto.

Jason no podía creer que estaba a punto de visitar el palacio real de Odiseo –uno de los más famosos héroes griegos de todos los tiempos. Claro, toda su misión había sido un evento alucinante tras otro. Annabeth misma acababa de volver del abismo eterno del Tártaro. Teniendo en cuenta eso, Jason decidió que tal vez no debería quejarse tanto de ser un anciano.

"Bueno..." él se apoyó en su bastón. "Si me veo tan viejo como me siento, mi disfraz debe ser perfecto. Sigamos.”

Mientras subían, el sudor corría por su cuello. Sus pantorrillas le dolían. A pesar del calor, se puso a temblar. Y por más que lo intentó, no pudo dejar de pensar en sus sueños recientes.

Desde la Casa de Hades, sus sueños habían sido cada vez más vívidos...

A veces, Jason se encontraba de pie en el templo subterráneo de Epiro, con el gigante Clitio cerniéndose sobre él, hablando en un coro de voces sin cuerpo: Les tomó a todos ustedes derrotarme. ¿Qué van a hacer cuando la madre Tierra abra sus ojos?

Otras veces Jason se encontraba en la cima de la colina Mestiza. Gea, la madre Tierra se levantaba del suelo – una figura hecha de remolinos de suciedad, hojas y piedras.

Pobre niño. Su voz resonaba a través del paisaje, sacudiendo los cimientos debajo de los pies de Jason. Tu padre es el primero entre los dioses, pero tú siempre eres el segundo mejor –con tus compañeros romanos, con tus amigos griegos, incluso con tu familia. ¿Cómo vas a probar que lo vales?

Su peor sueño comenzaba en el patio de la Casa del Lobo en Sonoma. Ante él estaba la diosa Juno, brillando con el resplandor de plata fundida.

Tu vida me pertenece a mí, su voz tronó. Un sacrificio que Zeus me dio. (Nota del traductor: La voz de Juno truena como si fuera el sonido del arma de su esposo Zeus, el rayo maestro)

Jason sabía que no debía mirar, pero no podía cerrar los ojos cuando Juno se convertía en una supernova, dejando al descubierto su verdadera forma divina. El dolor abrasó la mente de Jason. Su cuerpo se quemaba en capas como una cebolla.

Entonces la escena cambiaba. Jason se encontraba todavía en la casa del lobo, pero ahora él era un niño pequeño – no más de dos años de edad. Una mujer se arrodillaba delante de él, su aroma a limón tan familiar. Sus facciones estaban distorsionadas y confusas, pero él conocía su voz: brillante y frágil, como la capa más delgada de hielo sobre un río veloz de agua helada.

Regresare por ti, querido, ella dijo. Te veré pronto.

Cada vez que Jason se despertaba de esa pesadilla, con la cara bañada en sudor. Sus ojos se llenaban de lágrimas.

Nico di Angelo les había advertido: La Casa de Hades les traería sus peores recuerdos, haciéndoles ver y oír cosas del pasado. Sus fantasmas se volverían intranquilos.

Jason tenía la esperanza de que esos fantasmas particulares se mantuvieran alejados, pero cada noche los sueños empeoraban. Ahora él estaba subiendo a las ruinas de un palacio donde estaba reunido un ejército de fantasmas.

Eso no significa de Ella estará ahí, se dijo Jason
.
Pero sus manos no paraban de temblar. Cada paso parecía más difícil que el anterior.
“Casi llegamos," dijo Annabeth. "Vamos a–“

¡BOOM! la ladera retumbó. En algún lugar sobre la colina, una multitud rugió en aprobación, al igual que los espectadores en un coliseo. El sonido hizo que a Jason se le pusiera la piel de gallina. No hace mucho tiempo atrás, había luchado por su vida en el Coliseo romano ante una audiencia de fantasmas emocionados. No estaba ansioso por repetir la experiencia.

“¿Qué fue esa explosión? " se preguntó.

"No lo sé," dijo Piper. "Pero sonó como si estuvieran divirtiéndose. Vayamos a hacer algunos amigos muertos."

Capitulo Dos

1 comentario: